Un entusiasta del “Biohacking” y a la vez empresario Bitcoin ha encontrado un lugar poco habitual para almacenar sus activos en la moneda digital… nada más y nada menos que ¡bajo su piel!.
Martijn Wismeijer, también conocido como ‘Mr. Bitcoin’, alegó que tiene implantados dos chips sub dérmicos en la parte posterior de sus manos, los cuales funciona a través de un sistema de comunicación de campo cercano. Dicho anuncio lo hizo durante un evento organizado por la organización de biohacking “Permanent Beta“.
En declaraciones a CoinDesk, Wismeijer dijo que hasta el momento ha experimentado con el almacenamiento de Litecoin, Darkcoin, Dogecoin y Bitcoin en los pequeños dispositivos, que pueden albergar hasta 888 bytes de datos de cada uno.
“Así como una persona puede asignar una clave privada para la movilización y almacenamiento de los activos digitales, ahora se puede llevar esa información en las manos… literalmente”, agregó.
A pesar de que las pruebas realizadas han demostrado tener éxito, Wismeijer no va a utilizar los implantes como una tienda en línea a largo plazo para la compra-venta de los activos digitales. Esto se debe a la cobertura mediática que ha recibido dicho anuncio, puesto que puede comprometer su seguridad, dijo.
“Si usted es una persona discreto acerca de su implante, nadie nunca sabrá que está ahí. Al parecer, los chips no se muestran en las revisiones de cuerpo completo en los aeropuertos”.
Efecto impactante
El almacenamiento de la moneda dentro del propio cuerpo no es más que otro experimento para Wismeijer, aunque muy extremo. DangerousThings, el sitio web a cargo de la venta de este tipo de productos, advierte que este implante aún no ha sido aprobado para su uso en seres humanos.
De hecho, dado que los médicos aún no cuentan con la autorización para hacer el implante de estos dispositivos, sólo existe un técnico públicamente conocido en los Países Bajos dispuesto a realizar la instalación de los mismos, Tom Van Oudenaarden, un artista del cuerpo “que se especializa en implantes en 3D y en la suspensión corporal”.
Hay riesgos también. De acuerdo con Wismeijer, una vez que el dolor se ha ido (esto toma alrededor de un día más o menos) se puede empezar a programar el chip. Pero poner a prueba el dispositivo a menos de un día de su instalación podría ser peligroso, advirtió explicando:
“No seas como yo, que quería probarlo incluso antes de que la sangre se secara… todo el mundo quiere probarlo de inmediato, pero solo debes hacerlo en caso de que el implante ya no está hinchado y se encuentre sanada la herida”.
No seguir este consejo, continuó, podría acarrear el riesgo de infección y en última instancia, el cuerpo podría rechazar el implante por completo.
Sobre el implante
El implante en sí es una pequeña cápsula de vidrio de unos 2x12mm que contiene una etiqueta de identificación de radiofrecuencia (RFID) – un código de barras inteligente programable, históricamente asociado con el seguimiento de animales domésticos y de productos de venta al por menor.
Al igual que el microchip de un animal doméstico, la etiqueta de Wismeijer es biocompatible y no requiere batería. En su lugar, recibe alimentación y datos de dispositivos vinculados (smartphones, tabletas) a través de su antena NFC.
“No hay baterías tóxicas en el interior. El chip se puede reescribir cerca de 100.000 veces antes de necesitar reemplazo por lo que en teoría debería durar toda la vida”, dijo Wismeijer.
Aunque no hay desgaste al escanear, cada chip sólo almacena los datos por alrededor de una década. Por esta razón, los usuarios tendrán que “refrescar” su etiqueta de cada 10 años más o menos para evitar la pérdida de sus datos.